
La conocí en un carrete post-dieciochero. Yo estaba junto a la parrilla en la casa de unos amigos, cuando derrepente veo a la mujer más atractiva de todo el planeta que se acerca a saludar. Un suave escalofrío recorrió mi nuca, como si mi cuerpo intuyera la proximidad del peligro. Cuando digo que me gustaba antes que la conociera, es cierto, estoy seguro que ya había soñado con ella, porque hasta su meloso tono de voz ya me era familiar. Lamentablemente, debo admitir que quedé estupefacto, embriagado ante la celestial aproximiación de una diosa... incluso, torpemente en vez de saludar con el tradicional "hola", se me escapó un poco habitual "que linda" -en voz baja y entrecortado-, delatando mis ya no tan secretos e íntimos pensamientos. Ella sonrió algo atónita, casi como exigiendo una explicación. Entonces, apresuradamente no me quedó más que decir -es verdad- con una sonrisa, tratando de dejar todo el malentendido en un inocente piropo. Siempre me pasa eso de decir lo que estoy pensando en los momentos más inoportunos, ¡qué faltal, dios mío!.
- Bueno, gracias - se despidió ella, mientras se dirigía a otra parte a continuar con el tortuoso y civilizado ritual de saludar a toda la gente en el patio.
- Eri un mongolico, weón - me dijo mi amigo el parrillero, ante tan nefasta presentación.
- Cosa mía, se me escapó... oye, ¿y quién es ella?
- Una amiga de mi hermana, no la cacho mucho, la he visto pocas veces por aquí. ¡Ejale zorrón!, se nota poco que ya le echaste el ojo, ah.
- Ya, no molestes y sigue cocinando mariconzuelo, que se te va a quemar la carne.
- ¿A mí, quemarseme la carne? ¡Jamás! - contestó riéndose. Ambos sabemos que eso no es verdad, pero no le dije nada. Prefería seguir observando a aquella divinidad, que sin proponerselo me tenía embobado.

De alguna manera logré acercarme, digo de alguna manera porque aún no me explico cómo terminamos conversando solos en la cocina. Debe ser que de tanto mirarla, mis pies tomaron la iniciativa y se acercaron a ella sin darme cuenta, y en algún momento misterioso del espacio-tiempo tuve, sin duda, que haberle ofrecido algún brebaje especial -llámesele "otro vaso de chicha"-. Y bueno, así empezo una amena y alcoholizada conversación que luego derivó en amenas parodias a dictadores y demócratas, burlas desfachatadas hacia el cielo y el infierno, y emotivos comentarios filosóficos sobre la profundidad de los sentimientos. Era una temática perna, debo reconocer, pero ni ella ni a mi parecía importarnos nada.

Si bien nunca me meto seguido a chatear, quedé tan prendido con esta mina que estuve varios días esperando a que apareciera por msn. Despues de tres días porfin se conectó. Esperé un rato prudente antes de hablar con ella para no parecer tan desesperado, y tras preguntarle cómo estaba (típica pregunta sin sentido que da inicio a un chateo) no me demoré mucho en invitarla a salir. Mi propuesta: ver un grupo "x" a la Batuta. A todo esto no les había mencionado que la mina más encima es rockera (hell yeah!)... Me dijo que le tincaba la idea, y que la llamara al día siguiente para ver como andaba con su tiempo. A esa altura yo andaba como todo nerviosito, y me sentí como un pendejo que espera los regalos de navidad, puta que estaba contento.
La llamé ese jueves. Me dijo que andaba todo ok y que se desocupaba temprano, asi que quedamos en ir a tomarnos algo a un pub primero. Estabamos ahí hablando de la vida ultrarelajados cuando derrepente sin darnos cuenta pasaban las horas, mientras de a poco se empezaba a sentir el efecto del copete. Seguimos conversando laaargo, contándonos nuestras vidas, de lo bonito que es viajar, de lo sufrido que son los romances quinceañeros, de lo gloriosa que es una cerveza bien helada en un día de verano, y de lo genial es que inventar posiciones sexuales...

- Estoy sintiéndome happy, jajaja... la raja.- exclama con una sonrisa cambiando el rumbo de la conversación que estabamos llevando. Yo freno y me paro frente a ella, mirandola a los ojos, sonriéndole de vuelta, tratando de hacer contacto con los ojos. Fue tenso y delicioso, quizás estaba siendo demasiado agresivo, mas no me importó. Algo pasó, pero no pude resistir esa oportunidad para manisfestar cierta galanura y "joterismo". Le dije:
- Yo en realidad estoy desvariando, porque tú a mí me estai' volviendo loco - Y me acerqué lento, la tomo de su cintura, ella cruza sus brazos por mi cuello, nos miramos un rato y nos dimos un beso. Nuestras lenguas se frotaron suave como para conocernocerse de a poco, mientras podía sentir con mis manos su suave piel y delicada espalda. Un momento mágico. Tan sólo bastaron algunos segundos para que su cuerpo quedara fundido en la memoría tactil de mis dedos. Entonces de a poco nos separamos, y nos sonreimos con algo de complicidad, continuando nuestro camino con un paso lento hacia donde estaba estacionado.
Nos encontrabamos mucho más distendidos, insinuandonos el uno al otro, jugando a seducir... así por fin llegamos a su casa. Bajé un whiskey que tenía en la guantera del auto. Cuando ya estabamos entrando a la casa (que por lo demás era muy acogedora) ella me cuenta que no vivía sola, pero que la amiga con la que compartía la casa andaba mochilenado en europa. ¿Al final, el encuentro amoroso que se aproximaba estaba planeado? Puede ser. Pero yo no noté nada... ¡qué ingenuo soy!
- Tengo un vino super rico. ¿Te parece si probamos el whiskey despues? - dice haciéndome un guiño con el ojo, mientras traía en sus manos un vino Merlot-Syrah reserva. Yo encendía el equipo de musica poniendo play a lo que viniese, y para mi tremenda suerte, empieza a sonar un tema de The Doors.
- Genial, que bien un vino escuchando este grupo - le digo tomando la botella para descorcharla. Sirvo dos vasos, tomamos algunos sorbos grandes y empezamos irremediablemente a besarnos nuevamente. Estabamos bailando apretados, sintiendo la exitación mutua, cuando le comienzo a quitar la blusa mientras beso cada rastro de piel descubierta. Luego le quito el sostén y acaricio suavemente sus senos, mientras le digo al oído que me vuelve loco y que se lo voy a hacer toda la noche. Su mano respondió atrevidamente, tanteando la veracidad de mis palabras, mientras sus labios me propinan un fogoso beso. Quedé perplejo unos segundos, reincorporándome con encendida pasión.
Como una gata, me aparta para dirigirse a su dormitorio, meneando de lado a lado su corto vestido que flota dócilmente en el aire, mientras se suelta el pelo y me queda mirando desde dentro de su habitación. Me estimula su amigable sensualidad, y es algo asfixiante admirar su erótica silueta apoyada en una pared, esperándome. Con calma tomo un largo y sútil sorbo de vino, dejo la copa vacía en la mesa y me dirigo a un nuevo encuentro con Constanza. Esta vez la tomo de la cintura mientras beso lentamente su boca. De a poco exploro la turgencia de sus muslos, la suavidad de su abdomen y la sensualidad de su espalda. La acaricio suavemente, mientras ella recibe mis roces con suspiros entrecortados, como si esperase ansiosamente movimientos más explícitos y sugerentes.

Sin ansiedades disfrutamos el comienzo de este encuentro. Yo atendí sus deseos con sumo cuidado y esmero, ganando su confianza e incentivando su libido. Luego procedió ella a satisfacerme. Pocas veces me he sentido al borde del abismo por tanto tiempo, esa sensación de muerte que suele durar sólo unos instantes, se petrificó en mi rostro por varios minutos. No vale la pena describir la técnica que utilizó sobre mí, pues en palabras nunca se podría apreciar el arte de sus movimientos.
Lo que comenzó con calma, se transformó en algo vibrante. La paciencia se convirtió en sed y hambre; y la tregua, en violencia. Nuestros cuerpos desnudos se frotaban con vehemencia, luchando por el sometimiento del otro. Heroicamente, me dejaba herir por esta diosa que se encontraba sobre mí, mostrándome el mundo, enseñandome el significado de la perfección. Su cuerpo, divino y húmedo me devoraba insaciable, gimiendo con locura mientras la sujetaba en mis brazos. En un éxtasis prolongado nos besamos apasionadamente, intercambiando nuestros cuerpos por algunos instantes, terminando así, fulminantemente, la más furiosa y primera batalla de aquella apasionada noche...
