
Primero se debe reconocer que el control social basado en una disciplina férrea (que al parecer era la única formula para implementar sus propuestas, mediante la fuerza) parece presionar en demasía la volátil y fragil mentalidad de las personas, en especial de los que no son concientes de la enorme dependencia del individuo con el resto de la sociedad, y de aquellos que entienden la libertad como la falta de compromiso con lo que los rodea. Precisamente en lo anterior radica el problema de la utopía, ese sueño imposible de conseguir, esa meta que jamás será alcanzada porque simplemente no esta hecha para nosotros. No creo (es más, podría decir que estoy seguro aunque sea sólo mi opinión) que la cultura pueda desarrollarse centralizadamente, es decir, que algún tipo de institución gobierne las manifestaciones creativas de la sociedad, es algo que va en contra de nuestra propia identidad y del peso que asignamos a la voluntad, además de ser una traición a nuestros anhelos íntimos ya sean buenos o malos.

Pero no todo parece ser tan oscuro y deprimente, al trabajo de Marx más bien yo lo asimilo como una manifestación artística caracterizada en la búsqueda de un ideal común... pienso que perseguía instaurar una mayor conciencia de los que somos en conjunto. Y de esa manera me agrada más Carlitos, cuando me dice que seamos concientes de que somos más que un mero grupo de personas, pues continuamente estamos creando comunidad, estableciendo lazos, creando realidades a través de la interacción cotidiana. Tenemos que darnos cuenta del poder que tenemos sobre el resto, y también de lo recíproco de este. Podemos hacer cambios, es sólo cosa de generar consensos y crear una nueva forma de relacionarse, lo cual no parece una misión imposible después todo. Es más, ya han existido intentos fallidos de reproducir una sociedad a “la pinta” de todos, pero de ningún modo ello significa que dejaremos de tratar. Lentamente vamos queriendo extrapolar este naciente “poder social” al orden social vigente. Ya sabemos que es una tarea dificil, pero para eso estamos acá papurri!!!


Dan ganas de hacer algo parecido, pero parece una tarea demasiado compleja para la estrecha mente humana. Me gustaría pensar (o mejor dicho, pienso...) que la misión de reestructurar la sociedad se puede hacer por partes, preocupandose por la manera en que se enseña a leer en los colegios, implementando programas de reducción del tabaquismo, talleres de danza y expresión corporal gratuitos en municipalidades, charlas de ambientalistas en fabricas contaminantes, etc. Todos los ejemplos anteriores contribuyen de alguna forma a un cambio real en la sociedad, de manera más tangible y enfocada, algo así como un cimiento sólido o un ladrillo de la gran tarea que Marx hubiese querido llevar a cabo (encarnado en el ideal del Nuevo Hombre). Es más, creo que la única forma de lograrlo es de a poco, por partes, pues de lo contrario no estaríamos respetando la esencia social del proceso, excluiríamos iniciativas y emociones importantes de algún sector de la comunidad. Esa es la volá. El “Nuevo Hombre” tiene que nacer para reproducirse, nadie nunca jamás lo podrá crear en una probeta de laboratorio.

¡A CAMBIAR ESTE MUNDO DE MIERDA, QUE YA ESTA MUY CAGADO!