martes, 22 de enero de 2008

¿Eres verde o social?

Hay cosas horrendas que están ocurriendo en este mismo instante. Sin duda es un deber de la humanidad intentar dar una solución para que no sigan pasando, especialmente aquellas donde somos nosotros los victimarios. Tantas cosas son las que se me vienen a la mente: matanzas, guerras, hambruna, calentamiento global, esclavitud, deforestación, contaminación, etc. Pero… ¿por qué nosotros deberíamos hacernos cargo? ¿De verdad hay gente que le preocupan esos temas? Pues sí, en realidad existen muchas personas con motivaciones tales como la supervivencia de la raza humana, justicia social, eficiencia en la utilización de recursos, amor a la naturaleza, sensación de culpabilidad, y otras tantas que nos incentivan a apoyar ciertos movimientos sociales.

Bueno, admito que lo expuesto en el párrafo de arriba no es nada novedoso, lo sé. Y que precisamente este discurso sea algo tan típico, es una dificultad para la comprensión de estos conflictos. Sucede que pensamos en blanco y negro, creyendo con toda certeza que la contaminación es lo peor, la guerra es lo peor, la esclavitud es lo peor, Hussein es lo peor… al final todo lo malo es lo peor. Entonces metemos todos estos problemas a un saco, y no nos damos cuenta que a veces tenemos que elegir entre solucionar un problema u otro. Asimismo, tampoco somos concientes de que existen diferentes grados de importancia, y que por eso debemos aprender a actuar con la cabeza fría. Es sencillo ser activista cuando sólo se mira una parte del problema. Creo que lo bello radica en ver el problema en su conjunto, establecer prioridades (usando cerebro y corazón), y luego actuar.

Esta idea comenzó cuando Mariana me dijo que se oponía rotundamente a la construcción de represas en la Patagonia. Yo le contesté que no me parecía tan mala idea, ya que sería una gran fuente de energía renovable y limpia. Ella contraatacó diciendo que deberíamos mantenerla virgen para las futuras generaciones. Entonces yo le dije que el impacto ambiental no sería tan grande comparado con la extensión del terreno, y que si el gobierno no conseguía energía por esos medios, simplemente construirían una planta nuclear con desechos radioactivos, o alguna otra central contaminante. Obviamente ella nunca pierde, y me dijo que tenía que haber otra solución, como otra represa en otra parte (o no sé que), y que construir una en la Patagonia sería lo peor. Al final descubrí que ella es más verde que social, y que yo soy más social que verde. Cada uno con sus perspectivas. Es genial no pensar igual, me encanta cuando descubro este tipo de discrepancias…

Hace algunos años, el señoreaje y la esclavitud era algo a lo que la sociedad no podía renunciar. Al fin de cuentas, incluso llegaba a ser útil para todos, unos mantenían su estándar de vida, mientras otros recibían comida y abrigo a cambio de trabajo. Algo similar es lo que ocurre hoy en día con el capitalismo, que es útil, pero que tiene algunas dolorosas contraindicaciones como la injusticia social. Al parecer, mientras no surja un nuevo motor del sistema productivo que sea más eficiente y digno tendremos que mamarnos la existencia de grandes transnacionales preocupadas sólo del lucro económico. Así uno se pone a pensar… quizás algunos problemas es mejor que se solucionen solos.

Y que me dicen de la pequeña y pobre isla de Tuvalú, que en algunos años estará sumergida a causa del calentamiento global. El punto más alto de la isla se ubica dos metros sobre el nivel del mar, lo cual será insuficiente para sobrevivir, quedando toda la isla anegada. ¡Y que culpa tienen ellos! Si los verdaderos responsables de las emisiones de CO2 son los países desarrollados. ¿Ustedes creen que indemnizarán a los pobladores de Tuvalú? ¿Les comprarán unas casitas chubi en la isla de “al lado”? Já!

Bullshit.

Ya sé cual es la pregunta que viene. ¿Y que puede hacer uno? La verdad, individualmente no mucho. Pero lo importante no es cuanto se haga, sino que se haga algo. Tener confianza en el efecto mariposa, por decir algo. Lo primero que tenemos que hacer es generar conciencia, todo empieza cambiando la forma de entender el mundo, generando consensos necesarios para efectuar los cambios. Y si eso no funciona, ahí vienen las protestas… y si eso no funciona, ahí vienen los atentados… hasta que irremediablemente acabemos en una guerra. Obviamente, la idea no es llegar a ese extremo, así que mejor dediquémonos a generar consensos. No es sólo comunicar pensamientos, sino también entregar emociones, entregar vida. Así, cuando a alguno de los nuestros le toque ser presidente de EE.UU., este mundo estará un poco más a salvo.